miércoles, 3 de octubre de 2007

Alma grande

Cuando transito las calles de hormigón, de estrechas veredas y de casas con frentes amplios, siento lo mismo que otras ciudades de las provincias de antiguedad símilar. La fisonomía de calles rectas y cuadras perfectamente simétricas; y el paisaje descripto, confunde trasladandonos inconcientemente de una esquina de Gualeguay, a una de Concepción, Concordía o Paraná. Uno avanza por la estrechez a los lados, encausado por los frentes, a un horizonte gris, surtido de colores por la variedad de casas modernas y árboles, que de tanto en tanto, o consecutivamente (como en un tunel urbano), aparecen en nuetro camino.

Pero si hay algo que distingue a Gualeguay del paisaje de las otras ciudades, es su plaza. Al llegar a ella, la amplitud, el cielo, la diversidad de verdes y de monumentos como de árboles y paseos rompen con nuestra impresión de monotonía de las calles.

Cuando camino por la plaza constitución tengo la impresión de caminar por la plaza de una ciudad grande.

Tal será el legado de nuestro pasado, de un momento en particular de nuestra historia o la sumatoria de nuestros presentes. Nuestra plaza es grande más allá de su tamaño; crecío grande esperando que sus calles, y sus habitantes de la acompañen.

Y si como dicen, la plaza es "el alma del pueblo"... la plaza es un misterio inquietante.

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