jueves, 27 de septiembre de 2007

El extranjero y "el Dios del río"

Me dijeron que el río y el entorno natural, de la provincia de todos los verdes, eran sus bienes más preciados; que la gente y la naturaleza eran una misma cosa; que había un amor recíproco entre estos dos.
Estimulado por el aire fresco que ingresaba en lo más profundo de mí ser y la belleza del paisaje del río y el verde, que penetraba por mis ojos, en cada instante de recreación de ese paradisíaco lugar, me decidí por darme una vuelta y vivirlo en carne propia.
Me instalé junto al río con mi caña y mis ganas de tranquilidad.
Pero, unos minutos después, algo no andaba bien. No solo que se daba la extraña situación de los peces flotando en una mancha multicolor de dudosa procedencia, sino que además, un aroma inmundo cubría el lugar como una nube transparente, haciendo imposible permanecer en el lugar. Comencé a preocuparme.
Un hombre de aspecto raro, que decía coleccionar enfermedades como consecuencia del olor nauseabundo y el agua contaminada (que hacía tóxico los peces del río), me informó, señalándome con el dedo índice, de donde provenía la podredumbre del medio: una chimenea y algunos galpones sombríos se alzaban bajo el nombre de “Soychú”. “Ahh, pero si es el Dios del bien de los aborígenes de la zona!”me dije a mi mismo, pensando ”seguramente, me señala a quien los salvará de esta catástrofe natural!”. Hasta caer en la cuenta, de la cruel verdad.
Me encontraba en una gran contradicción. “¿¿Cómo es que el Dios del bien puede estar representado por ese algo inmenso que destruye la fauna del río, que castiga con su olor inmundo y que priva de la utilización de las aguas?? Soychú se me presentaba sometiendo a un pueblo, y nada tenía que ver con el Soychú de la mitología, que yo conocía. Aquel pobre hombre y su gente, me dolían.
Pero, por suerte, tanto pensamiento oscuro, negativo y pesimista provenía de mi ignorancia; aquel buen hombre se encargó de aclararme, que Soychú era el Dios del bien; que Soychú les daba empleo; que la ciudad existía como tal por Soychú y que todos estaban tan agradecidos, que no se podían quejar: tener una fuente de vida estaba antes que darse el lujo de tener un medio limpio.
Así, viendo el rostro de ese hombre marchito (tan contaminado en lo profundo, como el río), me fui feliz y contento, de saber que todo estaba en orden.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Volver al futuro

Mucho se habla sobre la imperiosa necesidad de cambiar nuestra mentalidad, como factor determinante para alcanzar el progreso, pero poco se dice sobre las formas en que se puede llevar a cabo. Una de ellas (para mi la principal) es la enseñanza de historia de nuestro lugar.

En la película "Volver al futuro", el protagonista, Marty Mcfly, viaja al pasado de sus padres, en donde conoce aspectos de su vida desconocidos hasta ese momento por él. Descubre a su padre escribiendo a escondidas cuentos de ciencias ficción, de mucha calidad, que sin embargo, siempre guardó en secreto. Cuando Marty vuelve a su presente, una vez conocido el pasado de sus padres, ellos no son los mismos; su padre es un reconocido escritor de ciencia ficción con varios libros publicados; su padre es una persona "exitosa".
Pero tomando otra lectura de los sucesos, podriamos ver en realidad, que lo que cambia no es su padre sino su visión sobre él, una vez conocido su pasado. Ahora que lo conoce, es alguien mucho más valioso; su padre es un gran escritor y un gran hombre a sus ojos.

De la misma forma ocurre, cuando uno conoce la historia de su ciudad.
¿Qué valor puede tener la estatua en honor a la constitución nacional colocada en el centro de la plaza, si para nosotros no es más que una columna de cemento?, ¿cuál es el sentido de llamar a las calles con nombres de personajes de Gualeguay, cuando no son más que un nombre,?, ¿qué esconde la plaza en sus entrañas, las paredes de los galpones de Puerto Ruiz, las escaleras de la iglesia, los eucaliptos del parque Quintana, que lo hagan algo especial, como en realidad son y sabemos, pero no lo sentimos?.

Cuando se conoce el pasado de un objeto, de una persona o de un lugar, eso se convierte en especial y se lo valora, porque significa algo en nuestro vidas; porque es una parte nuestra, y asi la quiere.
Conocer nuestra historia (conocer sobre nosotros mismos), es tanto o más importante para el progreso, que construir un autodromo, un complejo termal o que una gran fabrica, empleadora de mucha gente, se instale en nuestra ciudad; conocer nuestra historia significa querernos como gualeyos.
El resultado de entrar en contacto con nuestro pasado, es un pueblo interesado, unido y organizado, por ver bien a su ciudad.

Y en épocas de cambios, debiera ser tenido en cuenta por las nuevas autoridades municipales, la introducción de la enseñanza obligatoria de historia de Gualeguay; una reforma impresindible.

Nosotros empecemos por abrir el libro de Vico, y darnos la posibilidad de caminar por otra plaza, por calles con nombres con sentido y conocer una gran ciudad.

martes, 25 de septiembre de 2007

La ciudad perdida

Desde que vivimos en Buenos Aires, pocas personas han relacionado directamente el nombre Gualeguay con nuestra ciudad. Al escucharme decir esa palabra aparentemente familiar, han reaccionado autómáticamente corrigiéndome la sílaba que faltaba "Gualeguaychú, si conozco, en el verano fui a los carnavales", y a veces ni siquiera eso, pensando que se trataba de nuestra ciudad hermana, asumieron a Gualeguay como su "apodo", o abreviatura siguiendo con la conversación.
Aclarar que Gualeguay también es una ciudad del sur de Entre Rios, que tiene hermosos carnavales, que se encuentra a 23o km de capital, es tan común como responder a la pregunta"de qué parte del interior sos?".
Más desepcionante aún, es no encontrar a Gualeguay en los mapas de turismo, a donde se supone, hay información completa.

Pero claro, la simplicidad de esos planos pretender guardar solo la información importante, necesaria para quien se encuentre de viaje tenga referencia del lugar en el que se encuentra; pero como Gualeguay no es económica, turistica y geográficamente importante en apariencia (o por no explotar los aspectos anteriores), no merece ser mencionada.Sin embargo, lo grave no es que Gualeguay sea desconocida y no aparezca en los mapas, sino que nosotros como gualeyos(gualeguayenses), asumamos su condición de "desconocida"e "insignificante", resultante de su pasiva vida reciente, subestimando su alto potencial de progreso.

Las mismas preguntas que son posible hacerse acerca del subdesarrollo de un país tan rico naturalmente, como la Argentina, se las podría hacer uno sobre nuestra ciudad: estamos geográficamente ubicados entre las dos ciudades más grande del país, cercanos a Uruguay y a la confluencia de rutas comerciales del mercosur, en una zona propicia para la instalación de industrias y el desarrollo del turismo; nuestros campos son sumamente fértiles; y tenemos un pasado digno de ser contado como nuestra cultura, en la que se destacan grandes artístas como Juanele, Quirós y Mastronardi.
Tampoco significa que si estas condiciones no estuvieran dadas, no tendriamos motivos para el progeso, sino que dadas estas, tenemos razones ineludibles y ninguna excusa para llevarlo a cabo.

Como gualeyo fuera de su ciudad, en tiempos de cambios que se aproximan, intentaré, junto con mis compañeros del blog, aportar a través de la producción de la palabra escrita, en el proceso de aprendizaje y búsqueda del progreso de nuestra ciudad.